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Escafandra

       Las imágenes aparecen una a una cuando cierro los ojos, imágenes peculiares, oníricas, imágenes que no podría describir solo con palabras, estas se agolpan de pronto en el murallón oscuro que producen esas prolongaciones epiteliales que burdamente llaman párpados, prolongaciones de piel que me separan de la realidad y me elevan a ese lugar dantesco. Las imágenes me perturban y un sudor frío recorre mi espalda, mis manos se humedecen con un líquido gélido y mortuorio, esta sensación se relaciona con una textura plástica e inerte. Siento incluso como emergen desde lo más profundo de mi piel cada una de las gotas que humectan la seca epidermis que me envuelve, puedo sentir externamente todas las corrientes frías de la brisa que se conjuga con el sudor y baja aún más mi temperatura.

        Quiero abrir los ojos pero el asco que me encanta y hace aflorar ese masoquismo enjaulado que poseo me impiden llevar a cabo esa acción, me hacen permanecer encerrado, atrapado en mis pensamientos e imaginaciones psicodélicas, siento esa capacidad de concatenar un sinnúmero de ideas que en otro estado no podría. Me siento un dios dentro de este mundo virtual que solo yo conozco y que cualquier otra persona sería incapaz entender. Soy yo dentro de mis más oscuros pensamientos, de mis más extrañas sensaciones, de esos recónditos lugares mentales que he temido salgan a la luz, puedo caminar entre mis laberintos intelectuales libres de dogmas y estigmas sociales. Es mi escafandra, el lugar donde puedo ser yo, es mi propio país de las maravillas. ¡En fin!, es mi propia libertad atrapada en el fondo de mi alma.

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