De tí...

    Saltaba y deambulaba como Ninfa por el bosque de la vida, paseando sin rumbo fijo, esperando nada y todo al mismo tiempo. En su rostro se dibujaba una sonrisa perfecta, no por los cánones de belleza establecidos, ni por subjetividades banales de ese tipo, era algo superior, intangible, era lo que ésta significaba, lo que irradiaba cada milímetro de ella, la capacidad de contagiarse y traspasarse a todo aquel con que se topaba, y unos ojos enormes se entornaban como medias lunas cuando esa sonrisa se asomaba – ¡Ah, como si con ella no bastara! –.

      Era extraordinaria la sensación de interponerse en el camino de su mirada, cuando esa sonrisa aparecía, se sentía como si infinitas mariposas con alas de seda revolotearan sobre tu cara suavemente y te elevaran hasta ese lugar donde el cielo deja de ser azul –incluso más allá– donde las leyes de la física desaparecen, en ese limbo de ausencias y excesos, donde solo flotas y te dejas llevar sin cuestionar nada porque ya nada más importa. Era impresionante el poder que tenía su sonrisa sobre mí…